Los dos países más disruptivos para Occidente, la Federación Rusa y la República Popular China, lideran la mutación geopolítica más significativa que se lleva a cabo en el último medio siglo. Ambos países están enfrentando dos operaciones bélicas diferentes, pero al mismo tiempo convergentes: Moscú desafía militarmente a la OTAN, luego de tres décadas de asedio, resistiendo a un cerco incremental implantado por la organización atlantista, que se expandió de los 12 miembros fundadores en 1949, hasta alcanzar los 32 actuales. Beijín, por su parte, sufre los ataques cotidianos de una beligerancia económica y comercial, liderada por Washington, para cercenar su crecimiento económico y obturar su modelo civilizatorio de cooperación multipolar, no injerencista, enfocada en la articulación horizontal, prioritariamente, con el Sur Global.