Decía Raúl Kollman el viernes que, a diez años de la muerte de Nisman en su departamento, dos constantes se mantienen: el nulo sustento a la acusación de asesinato y la utilización del caso políticamente.
Agrego (yo) que la democracia fue masacrada por la mafia mediática y judicial. El país fue transformado a partir de las tragedias de Cromañón, Once y Nisman. Lo que sucede hoy es un desprendimiento del poder desenfrenado y la astucia de verdaderos delincuentes de los medios. Empezando por Héctor Magnetto.
Pensemos que se cumplen diez años y aún no hubo juicio oral, a pesar de haber un acusado como Lagomarsino. Si fueran a juicio, harían un ridículo que no se animan a afrontar.
No tienen nada. Solo el suicidio de un hombre aferrado al arma que pidió desesperadamente. Nisman se paró frente al espejo y huyó, con ese disparo, de todo lo que perturbaba su mente. Una mano sostenía la otra, y, después de apretar el gatillo, solo quedó cubrirlo con una sábana y fabricar el grupo de mentiras más desaforadas que se hayan conocido. Diez años después, no pueden ni podrán ir a juicio oral.
Y ahí aparece Eduardo Taiano es un fiscal que representa la desquiciada y delincuencial apariencia judicial de la Argentina. Repite una larga serie de especulaciones que ya fueron desmentidas.
No puede explicar nada. Cómo alguien podría haber entrado al edificio sin ser visto, subir al piso 13 sin dejar rastros, salir más tarde sin que aparezca una sombra en el edificio, el barrio o la ciudad.
Tampoco puede explicar cómo ese supuesto comando habría abierto un departamento cerrado por dentro. Fue la madre quien debió ir a buscar las llaves a su casa y llamar a un cerrajero para empujar desde afuera las llaves que quedaron en la cerradura interna.
Recuerdo la discrepancia que tuve con Lanata al día siguiente del suicidio: sé que son oyentes curiosos, así que si quieren leer el cuento La tragedia de la calle Morgue de Edgar Allan Poe, verán cómo, en un caso de crimen con puerta cerrada por dentro, una anciana y su hija fueron asesinadas. Al final, el escritor da la solución con simpleza.
Volvamos a Nisman. ¿Cómo habrían entrado al baño? ¿Cómo convencieron a Nisman de aceptar su muerte? ¿Por qué lo habrían hecho con la pistola que él mismo pidió desesperadamente? Y si Nisman no hubiera conseguido una pistola, ¿qué habrían hecho? ¿Esperar al lunes para que él siguiera buscando un arma?
¿Cómo habrían abandonado la escena del crimen sin dejar rastros, en un baño pequeño lleno de sangre, con la cabeza de Nisman recostada contra la puerta? Todos los estudios serios y las evidencias indican que Nisman se disparó a sí mismo, parado frente al espejo.
¿Cómo tapa Taiano semejante cuadro? Alega irregularidades en la investigación, menciona a los servicios de inteligencia e imagina un largo listado de complicidades. Taiano, al servicio del poder, vuelve a señalar a Diego Lagomarsino porque le prestó el arma a Nisman.

Pero no puede responder por qué alguien prestaría un arma registrada a su nombre para cometer un crimen. ¿Por qué la casualidad? ¿Por qué Nisman lo llamaba apurándolo para que trajera el arma?

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