La vicepresidente Victoria Villarruel enfrenta un creciente aislamiento dentro de su propio espacio político, una situación que quedó al descubierto con la reciente renuncia de Claudia Rucci a su puesto en el Senado.
Rucci, quien dirigía el Observatorio de Derechos Humanos desde enero pasado, presentó su dimisión argumentando “motivos personales” y agradeciendo a quienes la acompañaron en su gestión. Sin embargo, este movimiento es visto como un nuevo golpe a la frágil relación entre Villarruel y el presidente Javier Milei, quien parece cada vez más dispuesto a apartar a quienes no se alineen plenamente con su agenda.
Aunque desde el entorno de Villarruel intentaron minimizar el impacto, asegurando que la salida de Rucci era parte de un diálogo previo, fuentes cercanas al Ejecutivo describen la relación entre la vicepresidente y Milei como “terminada”. La tensión entre ambos ha ido en aumento, con Villarruel asumiendo protagonismo político en temas como la reforma electoral, mientras el presidente, centrado en sus viajes internacionales, permite que otros actores políticos ocupen el espacio de decisión.
La renuncia de Rucci no solo evidencia una nueva grieta en el oficialismo, sino que deja a Villarruel cada vez más aislada, enfrentando un escenario político adverso. Según analistas, este alejamiento podría consolidar un cambio en el balance de poder dentro del Gobierno, relegando a la vicepresidente y reforzando la influencia de otros sectores cercanos al presidente.