La cantidad de estos vehículos disminuyó significativamente en los últimos 5 años. Quejas de los usuarios por «avivadas» de los conductores y la llegada de aplicaciones, entre los principales motivos.

Los taxis eran, hasta no hace mucho, uno de los medios de transporte más prácticos y cómodos para desplazarse por la ciudad de Buenos Aires. Con sus característicos colores negro y amarillo, miles de estos vehículos circulaban día a día por las calles porteñas llevando a destino a sus múltiples pasajeros. Pero, poco a poco, los “tachos” comenzaron a desaparecer del paisaje urbano y, según datos del Gobierno de la Ciudad, más de 10.000 unidades dejaron de funcionar en los últimos 5 años.

Se dice que en nuestro país el apogeo de la actividad ocurrió durante la década de los 70, cuando la novela “Rolando Rivas, Taxista” era un boom entre los argentinos, que todos los martes encendían sus televisores para ver la historia de amor protagonizada por Claudio García Satur, Soledad Silveyra y Nora Cárpena y disparaban las mediciones de audiencia hasta unos hoy imposibles 40 puntos de rating.

“Rolando Rivas, Taxista”, creada por Alberto Migré, fue uno uno de los hitos de la TV Argentina. Se emitía los martes a las 22.00 por Canal 13.

Atrás han quedado esas épocas doradas, y hoy el panorama parece más bien negro: aunque no hay datos de la cantidad de taxis que circulaban en los años que la novela estuvo al aire, un primer registro tomado por la UTN en 1995 contaba 38.653 taxis circulando por la Ciudad; esa cifra se mantuvo relativamente estable hasta 2014, cuando empezó a disminuir a marcha lenta pero constante y según el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA), actualmente sólo quedan 21.119 vehículos de este tipo en CABA.

El declive se intensificó durante la pandemia, cuando las restricciones a la circulación cercenaron la demanda de movilidad en la Ciudad. En ese momento se dio el punto más bajo en la cantidad de taxis, que llegó a ser de 16.957.

Como lógica consecuencia, las cifras terminaron reflejándose en el número de choferes habilitados. Según el Registro Único del Servicio de Automóviles de Alquiler con Taxímetro (RUTAX), la cantidad de empadronados cayó más del 50% en sólo 5 años. De los 13.671 inscritos que había en 2019, en 2020 sólo quedaban 6.079. Hoy en día ese número es de apenas 5.337.

Muchos comentan que la llegada de aplicaciones como Uber o Cabify fue un factor determinante que terminó de signar el destino de algunos “tacheros”. De hecho, hoy en día varios se han reconvertido para trabajar con aplicaciones móviles no sólo por la practicidad de las mismas, sino también porque parecerían ser las elegidas por la gente a la hora de movilizarse. No es casual que en 2017, un año después de la llegada de Uber y Cabify a nuestro país, la Ciudad de Buenos Aires sacase su propia app para competir: BA Taxi.

Sin embargo, a pesar de esta nueva herramienta que implica una -tardía- adaptación a las nuevas tecnologías (que debería permitir a los taxistas competir en igualdad de condiciones con los choferes de aplicación), los pasajeros parecen haber tomado ya una decisión en lo que a formas de transporte refiere.

Los remises van por el mismo camino

Para redactar esta nota se realizó una consulta a los usuarios a través de la red social Reddit. Allí se preguntó el por qué del cambio de hábitos y, entre las respuestas, lo que más proliferó fueron las quejas sobre el servicio.

El código de tránsito establece que los conductores de taxis “atenderán al público usuario con cortesía y deberán prestar servicio correctamente vestidos y aseados”, pero muchos se quejan de que esto no ocurre.

Autos sucios o en mal estado, malos tratos de los conductores y las famosas “avivadas”, están en el top de las quejas. Algunos pasajeros recuerdan, en específico, la vieja costumbre de “pasear” a incautos y viajeros distraídos tomando innecesariamente arterias congestionadas o caminos más largos para que el viaje sea más costoso. También, que en alguna época se solían adulterar los relojes de los taxis. En las calles hasta se le había llegado a poner un nombre al mecanismo: se lo llamaba “piripipí”, y permitía al conductor agregar, de a poco, fichas adicionales al viaje (acá, un video explicando el mecanismo).

En este sentido, las aplicaciones han logrado suprimir casi completamente el riesgo de adulteración del precio al proporcionar el valor del viaje de antemano, y permiten además calificar al conductor, desalentando así los posibles malos tratos y falta de higiene.

La seguridad es otro de los puntos clave. Muchos usuarios refieren que el hecho de saber quién es el conductor les proporciona una mayor confianza en las aplicaciones. A eso, hay que sumar la posibilidad de compartir el recorrido con sus contactos. Poder pagar con tarjeta de crédito es otro punto a favor, ya quepor un lado les evita a los usuarios tener que salir con dinero en mano, y por otro les ayuda a prevenir posibles robos.

En este sentido, el lanzamiento de la aplicación BA taxi debería haber puesto en igualdad de condiciones a los taxistas -ya que proporciona las mismas funcionalidades que las demás apps e incluso permite pedir un conductor que, por ejemplo, hable inglés o portugués-, pero terminó siendo un fracaso que ni siquiera los mismos conductores de taxi terminaron utilizando: de los más de 9.000 choferes que había registrados inicialmente en 2018, hoy quedan apenas 263.

Más allá de los motivos mencionados por los pasajeros, hay otro factor que parecería haber influido bastante: la aplicación llegó un año después de que los dos gigantes que dominan el mercado desembarcasen en Argentina con precios, en ese momento, mucho más competitivos.

Es “piripipí” se conectaba desde el taxímetro a un botón oculto en el volante o la palanca de cambios y le permitía al taxista agregar sutilmente fichas adicionales al viaje.

A esto, hay que sumar que BA Taxi no parecería ser muy amigable con los usuarios: en Google Play tiene una media de 2.6 en calificaciones, contra el 4.7 y 4.2 de Uber y Cabify respectivamente.

Otro de los problemas que han sacudido al taxi es la baja rentabilidad de mantener un vehículo en funcionamiento. A los ya habituales gastos de cualquier vehículo, como ser combustible y patente, se suman otros como la licencia de taxi, que si bien hoy se puede conseguir en Mercadolibre por alrededor de 400.000 pesos, según datos históricos de la UTN en algún momento llegó a costar más de 20.000 dólares.

Es cierto que tanto taxis y remises como vehículos que trabajan con aplicación tienen gastos comunes, como el seguro para transporte de pasajeros (que, si bien es un poco más caro que el seguro básico contra terceros, es indispensable para que en el caso de un eventual siniestro los pasajeros estén cubiertos), pero la amortización de estos costos resulta muy difícil para quienes deben salir a la pista en un mercado en el que hay cada vez más competidores.

¿Es realmente más barato viajar usando aplicaciones?

Algo particularmente llamativo ocurre con los precios para quienes son usuarios de apps: pese a la creencia popular, el costo de viajar en taxi suele ser parecido e incluso inferior al de las aplicaciones. A pesar de que existen tarifas diferenciales (en los taxis, la tarifa nocturna y en las apps los momentos de alta demanda), no hay variaciones significativas en los costos del mismo viaje.

A modo de experimento, se intentó realizar un viaje desde el Abasto hasta la estación Constitución en las distintas aplicaciones y los resultaron arrojaron que, al mediodía, la opción más barata (sin aplicar promociones) era la que proporcionaba BA Taxi (estimando el costo entre 3.100 y 3800 pesos), seguido por Cabify que lo calculaba en 3.300 y finalmente Uber, que estimaba el costo del viaje en 4.400 pesos. En donde si hay diferencias es en el servicio de remis. Según el valor del kilómetro sugerido por la CAAR, este mismo viaje de 5,2 kilómetros (conforme estimación de Google Maps), costaría alrededor de 10.000 pesos, es decir, más del doble (la prueba y precios son de julio de 2024).

El mismo viaje, distintas tarifas. Si no se consideran los descuentos ocasionales ofrecidos por las apps, el viaje más barato es el de BA Taxi

Repitiendo el experimento luego de las 22.00, la proporción sigue siendo parecida. El mismo viaje cuesta entre 3800 y 4500 pesos en BA Taxi, entre 3700 (compartiendo auto) y 4090 en Uber y entre 4100 y 5400 en Cabify.

De rebote, también terminan perdiendo algunas aseguradoras

Hay sólo 3 compañías de de seguro que históricamente se “atrevieron” a dar cobertura a los taxistas. Expuestos a un riesgo mayor por la cantidad de horas que están en la calle y la naturaleza de un trabajo que implica transportar a desconocidos, no cualquiera quiere tomar semejante responsabilidad.

Seguros Bernardino Rivadavia, Orbis (a través de la subsidiaria AMCA) y La Nueva Seguros han sido, por muchos años, las únicas compañías que no sólo cubren taxis, sino que enfocaron gran parte de su negocio en ellos. Y hoy algunas sufren las consecuencias de no haberse adaptado a los tiempos que corren.

Según información pública de la Superintendencia de Seguros de la Nación (SSN), Bernardino Rivadavia pasó de tener 20.809 taxis asegurados en 2019 a sólo 13.818 en 2023; Orbis de 33.949 a 21.925 en el mismo período y, quien peor la está pasando es La Nueva Seguros, que de los 20.087 taxis que tenía asegurados en 2019, sólo mantenía 11.124 a fines de 2023. Esto, con el aliciente adicional de haber perdido también a casi la mitad de sus demás asegurados en el mismo plazo (pasó de 71.435 a poco más de 38.000 según la última medición, realizada en diciembre de 2023).

Otros datos y curiosidades

Históricos partícipes de la historia porteña y ancestros de los colectivos, los taxis han circulado por las calles de Buenos Aires desde el año 1904, cuando se instaló el primer reloj taxímetro en una unidad.

Aunque no hay datos previos a 1995 respecto de la actividad en la Ciudad Autónoma (ya que ésta surgió como tal en 1994, a partir de la reforma de la Constitución), si se puede saber que el primer taxi registrado en Capital Federal era un Volkswagen 1500 modelo 1991 y que su patente era la C1510286 (recordemos que, desde ese momento, Argentina cambió 2 veces su sistema de patentes).

En cuanto a los colores negro y amarillo de los vehículos, según información repetida hasta el cansancio en diversas webs, estos tienen origen en una ordenanza dictada en 1966. No obstante, me fue imposible encontrar dicha normativa. Sin embargo, si se puede saber que actualmente los clásicos colores surgen del Código de Tránsito y Transporte de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Ley 2148 sancionada en 2006).

La Ley 2148 regula también la cantidad de taxis que deben circular en cada horario: el 40% de los vehículos debe hacerlo en el turno de 6 a 14; de 14 a 22 circula otro 40%, y el 20% restante de 22 a 06.

Esta norma regula todo lo referente a la circulación en CABA: desde qué es un patrullero hasta la obligatoriedad de llevar cinturón de seguridad o incluso el color de los cordones. En este sentido, establece algunas particularidades respecto de los taxis: en primer lugar, el negro y el amarillo característicos no son cualquier negro y amarillo, sino que están especificados por la norma IRAM Nº1054 (en esta web hay una nota muy interesante con los pantones de cada color, para los diseñadores interesados).

También, especifica el tamaño que debe tener el círculo de las puertas y que además del equipaje de mano, se puede viajar con un sólo bulto adicional sin pagar recargo (cada bulto extra costará al pasajero el equivalente a 5 fichas). También, determina el horario nocturno, que es entre las 22 y las 06 y que trae aparejado un recargo del 20% sobre la tarifa habitual.

Sobre los conductores, especifica que “atenderán al público usuario con cortesía y deberán prestar servicio correctamente vestidos y aseados” y, sobre la radio, que “el conductor del vehículo automotor no podrá hacer funcionar radio receptor o reproductor de sonido mientras se conduzca con pasajeros, a excepción de que éstos presten su conformidad”.

Un punto de controversia suelen ser los viajes desde Capital Federal hasta la provincia de Buenos Aires, ya que muchos choferes no quieren realizarlos o los hacen cobrando montos adicionales. Al respecto, la Ley le da la razón al taxista -siempre que avise antes al pasajero-, ya que determina que “será optativo para el conductor trasponer los límites de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Si traspusiera el límite de la Ciudad, podrá requerir al usuario el pago del trayecto de regreso desde el punto de destino hasta el de reingreso a la misma. Debiendo en tal caso comunicar dicha circunstancia al pasajero antes del comienzo del viaje”.

Otro dato poco conocido es que durante la grabación de la novela “Rolando Rivas, Taxista” se utilizaron 2 taxis y que uno de ellos puede ser visitado por los fanáticos: se encuentra en el museo Don Iris de Villa María (Córdoba) y, como dato de color, participó en la película “El secreto de su ojos”.

Finalmente, recomiendo mucho estas dos notas que le hicieron a Rodolfo Cutufia, uno de los taxistas más emblemáticos de la Ciudad de Buenos Aires: Nota Clarín (2004) y Nota TN (2023).

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